¡C UZCATLAN! - NEQUEPIO… María de Baratta. CERRO REDONDO.
TEOTEPEQUE, LA LIBERTAD.
COSTA DEL BÁLSAMO.
CINACASTAN.
Los indios me contaban allá en la Costa del Bálsamo, que sus
abuelos decían que en ciertas épocas del año, hacían en tiempos muy lejanos, grandes
fiestas al «Señor de las Aguas», en las cuales mataban gente (los sacrificios)
para atraer el beneficio de las lluvias; y que aun cuando llegaron los
«castillan» (los españoles), a escondidas de noche continuaron en sus prácticas
en un adoratorio o templo que había en el Peñón de Omicoyot en la Costa
Balsamera.
El abate Brasseur de Bourgbourg viene a reforzar estos datos
en su relación que hace de «Un Viaje a los Estados de San Salvador y Guatemala»
en la revista «Anales de la Sociedad de Geografía e Historia» de Guatemala,
Tomo I, de Enero de 1925, pagigina 203. Dice así: “El Lago de Xilopango (así
como las otras fuentes de su género, tan numerosas al pie de los volcanes)
había sido consagrado primitivamente a los «Genios de las Aguas». La antigua nación
de los toltecas, cuyos restos se dispersaron en el duodécima siglo, por
diversas regiones, había llevado alia, con su civilización, las numerosas
divinidades a las cuales rendían un culto supersticioso”.
En otro párrafo dice: “...la tradición supersticiosa de los
indios reviste de un misterioso terror, la gruta donde la «Diosa de Aguas»
viene a pedirles cada año un sacrificio humano. Yo he oído durante mi
permanencia en Centro América los maravillosos, romances de que se compone la
leyenda popular, con el mismo cuidado que las tradiciones históricas de que
abundan aquellos países.
Reconstruyendo los datos recogidos de las fiestas que hacían
al «Señor de las Aguas»,
(Tlaloc era el dios, lo demuestran también innumerables
ejemplares de la Arqueología en nuestro país, con representaciones diversas del
dios colmilludo o Tlaloc, «Dios de las Aguas»), haremos una descripción
atinada.
Sin extendernos al campo de la fantasía. A la orilla del
mar, en la costa perfumada por los balsamares y primorosamente arrullada, por
las ondas del Pacífico, se levanta una cadena de ceñudas rocas que desafían la
bravura de los elementos, entre los primitivos pueblos de Mizata y Jicalapa. En
este lugar se encuentran los peñascos más grandes y que servían de templos,
altares y teocallís en los rituales precoloniales a los sacerdotes indios en
las fiestas a Tlaloc. La tradición asi lo cuenta con un acento rancio, arcaico.
En un extremo, el gigantesco peñón de Texcicío y en la parte
central de la Costa Balsamera, el hierático y altanero peñón de Omicoyot, roca
negra, que se levanta como un templo
desafiando al mar y al tiempo, con su gesto eterno que evoca la tradición más
honda de los pipiles costeros, y que aroma todavía el perfume de los balsamares.
Yacen allí secretos de un grandioso pasado, pero ahora sólo queda el mar,
ciñendo la abrupta serranía con su collar de vidrio, que refresca, lo
olvidado...
de Atlaeatl: ¡DEL GRAN
ATLACATL!.-
«Cómo Cantan Allá», obedeciendo a esa necesidad imperiosa
que sienten los espíritus dilectos, de cantar con voz propia su alegría o su
dolor. Fue en el año de 1919 que Espino nos sorprendió con su grito racial, en
su «Mitología de Cuzcatlán». Ya el sabio y gran maestro don Francisco Gavidia
había mucho años antes plantado el soberbio edificio literario de sus «Poemas»
y otras mu» chas obras.
CREO indispensable dedicar algunas palabras, para explicar
el significado científico de Los vocablos: FOLKLORE, FOLKVISA y FOLKWAY, que a
continuación del título de este ensayo, aparecen en la portada. La voz FOLK =
LORE, significa en los idiomas originarios (inglés y sueco), mitos, tradiciones
orales, leyendas, fábulas, historietas, cuentos, supersticiones, adivinanzas,
refranes, etc., y todo lo que no puede expresarse por las palabras: «saber
popular» y el «sentir popular».
La palabra FOLKLORE se compone de estas dos: «FOLK», que
quiere decir «pueblo»,y «LORE», «tradición», «relato»
NEQUEPIO.
Historia.
Según algunos historiadores (entre ellosBarberena), buscando
el origen de los funda»dores del antiguo Imperio de Cuzcatlán, han llegado a la
conclusión de que una columna de ulmecas, a la cual venía agregado un numeroso
contingente de nahoas, llegó a nuestro territorio; la porción nahoa se fijó de
preferencia en la región que se llamó primero Nequepio y después Cuzcatlán,
comprendida entre los ríos Paz y Lempa; mientras que los ulmecas se esparcieron
por diversos puntos, especialmente al Este del Lempa.
En la Relación que Pedrarías Dávila dirigió al Rey el 25 de
Enero de 1529, escrita en León, Nicaragua, dice categóricamente en dicha
Relación: que Nequepio era lo que también se llamó Cuscatlán, la Provincia de San
Salvador.
“Los pipiles, maravillados sin duda de la asombrosa fertilidad
de las tierras de Nequepió, lo llamaron Cuscatlán, por lo menos a su parte principal;
pero después se hizo extensivo a toda nuestra región pipil. La palabra Cuscatlán
significa: “tierra de la dicha ;se compone de cozcafl: “collar , símbolo de riqueza,
y de la partícula abundancial flán.
La ortografía de este vocablo, hoy general» mente usada, es
«Cuscatlán» .
ATONAL.
e Brasseur de Bourbourg, en carta dirigida al editor de «La
Gaceta» de Guatemala, el 15 de Septiembre de 1856, consta en un manuscrito cachiquel
que el nombre del Principe a la sazón reinante, cuando vino Alvarado, era
Atonal (“Sol del Agua”). ¿No sería Atona!, uno de tantos
caciques de los diversos cacicazgos en que entonces estaba dividida la región
de Cuzcatlán, y que se había reunido como tantos otros ignorados tal vez, a
losSeñores y Jefes de Cuzcatlán, los Atlaeatl, para hacer frente a don Pedro de
Alvarado?
CHAPARRASTIQUE.
El último cacique de la región o cacicazgo de Chaparrastíque,
según don J. Antonio Ceballos, fué Guistaluzziit, quien flojamente intentó
cerrar el paso a don Pedro de Alvarado.
VALLE DE LAS HAMACAS.
TEMBLOROSO.
En medio de un collar de montañas, se extiende el soleado
«Valle de las Hamacas», en donde se mueve pequeñita y animosa la ciudad capital
de la región de Cuzcatlán.
Hamaca india, donde se acuna un pueblo orgulloso que canta a
los volcanes, los ríos y suslagos.
Prados risueños, bañados por la catarata de oro del sol, en plena fiesta de
trinos y colores. Cantan los cañales y las milpas, con el sonajero de sus
rubias espigas; los amates y las ceibas se balancean en una danza rítmica,
ritual, que languidece como suspiro de india sentimental...
Color de sol, pujanza de la tierra, brotes, flores y frutos
por doquiera; se perfuman las selvas, y en los nidos hay un temblor de trinos,
con el piar balbuceante de pájaros que nacen; urgencias maternales en calentar sus
nidos, picoteos, mieles y caricias... ¡Es la canción del trópico, que estalla
con música de pájaros flauteros, perfumes y colores...! Cuscatlán es así:
caliente, vigoroso y pujante.
GOLFO DE CHOROTEGA…
FONSECA.
Hay que señalar también que a mediados del siglo XVII se
establecieron los tecas en las islas del Golfo de Chorotega (Fonseca), en Conchagua,
Yayantique, )uateca y Meanguera del Torola, pueblos todos de filiación lenca.
Después de los lencas, nos resta ahora habíar de los
pipiles, que son las dos razas que han resistido el empuje de los siglos en nuestro
territorio, y las que han sobrevivido con sus características, lengua,
costumbres, etc.,
TEOLOGÍA DE PUEBLOS
ORIGINALES DE AMÉRICA.
Al Dios Causa lo
llamaban también «El Gran Invisible», «El Gran Oculto», «El Supremo Dios Único»
o «El Solo Santo e Inefable»
"Todos los pueblos de la Humanidad han tenido sus
formas especiales de adorar y reverenciar a sus dioses, concibiéndolos de
acuerdo con sus propias ideologías, necesidades, ambiente y psicología.
Los pueblos de América, poseedores de una cultura avanzada
como los incas, mayas y toltecas, elevaron su espíritu a concepciones vastísimas,
aunque panteístas, espiritualistas, y en esto fueron sin lugar a duda muy
superiores a los del Viejo Mundo.
Las ruinas de sus templos, los códices, los Libros Sagrados
o Anales, la historia de su mitología y sus rituales, son la mejor afirmación
de la cultura y suntuosidad de nuestras civilizaciones pretéritas.
Pero por encima de todos sus ídolos o imágenes, el antiguo
indio, tanto de México como de Centro América, creía en la Unidad «de Dios.
Todo lo atribuía a los dioses, pero explicaba a éstos por Una Causa Única, de la
cual todos los demás no eran sino simples manifestaciones. Al Dios Causa
Primera « Ometecuhtli», llamado también por otros historiadores
«Tíoque-Nahuaque», ente que residía en un lugar denominado «Omeyócan», lo
concebían adornado de plumas, sirviéndole de símbolos la estrella de la tarde y
la luna, y tenía sobre la frente el signo de la luz. Al Dios Causa lo llamaban
también «El Gran Invisible», «El Gran Oculto», «El Supremo Dios Único» o «El
Solo Santo e Inefable», a quien reverenciaban los mayas en «Hunab=Kú» o lo
llamaban también «La Divina Sabiduría».
“Para significar que el hombre no era digno ni capaz de
comprender a Dios, no le ponían rostro a éste. Lo ocultaban tras una máscara o
cetro, llamado «tlachitloni», que quería decir: «miradero» o «mirador», porque
con él ocultaba la cara o miraba por el agujero de en medio de la chapa de oro
.
Las ceremonias de los sacrificios humanos, no las hacían por
crueldad o salvajismo, como se ha dado en creer, sino que las efectuaban en
holocausto de su gran fe, y como una ofrenda enviada para implorar y conseguir
la gracia que por ésto les vendría.
La prueba de esto es que la víctima siempre iba contento al
sacrificio, teniendo como un gran privilegio y honor ser sacrificado para ir
como mensajero ante «El Solo Santo e Inefable», como enviado de sus sacerdotes
y su pueblo.
Al gran poeta espiritualista Netzahualcóyotl se le atribuye
que fue él quien adivinó la Unidad de
Dios. Netzahualcóyotl en la alianza con los mexicanos se había reservado las
funciones sacerdotales y espirituales de su pueblo.
COSTA DEL BÁLSAMO. ANACASTAN.
Los indios me contaban allá en la Costa del Bálsamo, que sus
abuelos decían que en ciertas épocas del año, hacían en tiempos muy lejanos,
grandes fiestas al «Señor de las Aguas», en las cuales mataban gente (los
sacrificios) para atraer el beneficio de las lluvias; y que aun cuando llegaron
los «castillan» (los españoles), a escondidas de noche continuaron en sus
prácticas en un adoratorio o templo que había en el Peñón de Omicoyot en la
Costa Balsamera.
El abate Brasseur de Bourgbourg viene a reforzar estos datos
en su relación que hace de «Un Viaje a los Estados de San Salvador y Guatemala»
en la revista «Anales de la Sociedad de Geografía e Historia» de Guatemala,
Tomo I, de Enero de 1925, pagigina 203. Dice así: “El Lago de Xilopango (así
como las otras fuentes de su género, tan numerosas al pie de los volcanes) había
sido consagrado primitivamente a los «Genios de las Aguas». La antigua nación
de los toltecas, cuyos restos se dispersaron en el duodécima siglo, por diversas
regiones, había llevado alla, con su civilización, las numerosas divinidades a
las cuales rendían un culto supersticioso”. En otro párrafo dice: “...la
tradición supersticiosa de los indios reviste de un misterioso terror, la gruta
donde la «Diosa de Aguas» viene a pedirles cada año un sacrificio humano. Yo he
oído durante mi permanencia en Centro América los maravillosos,romances de que
se compone la leyenda popular, con el mismo cuidado que las tradiciones
históricas de que abundan aquellos países .
Reconstruyendo los datos recogidos de las fiestas que hacían
al «Señor de las Aguas»,
(Tlaloc era el dios, lo demuestran también innumerables
ejemplares de la Arqueología en nuestro país, con representaciones diversas del
dios colmilludo o Tlaloc, «Dios de las Aguas»), haremos una descripción
atinada,sin extendernos al campo de la fantasía. A la orilla del mar, en la
costa perfumada por los balsamares y primorosamente arrullada, por las ondas
del Pacífico, se levanta una cadena de ceñudas rocas que desafían la bravura de
los elementos, entre los primitivospueblos de Mizata y Jicalapa. En este lugar se
encuentran los peñascos más grandes y que servían de templos, altares y
teocallís en los rituales precoloniales a los sacerdotes indios en las fiestas
a Tlaloc. La tradición asi lo cuenta con un acento rancio, arcaico.
En un extremo, el gigantesco peñón de Texcicío y en la parte
central de la Costa Balsamera, el hierático y altanero peñón de Omicoyot, roca
negra, que se levanta coma un templo desafiando al mar y al tiempo, con su
gesto eterno que evoca la tradición más honda de los pipiles costeros, y que aroma
todavía el perfume de los balsamares. Yacen allí secretos de un grandioso
pasado, pero ahora sólo queda el mar, ciñendo la abrupta serranía con su collar
de vidrio, que refresca, lo olvidado...
CINACANTAN.
Primer levantamiento indígena en Cuscatlán. Sin duda alguna,
la conquista del peñol de Zinacantán por los españoles marcó el paroxismo de la
resistencia de los denodados guerreros cuzcatlecos (Lardé y Larín, 2000).
Cinacantan es uno de los sitios arqueológicos históricos más importantes y
representativos en El Salvador. Su relevancia no solamente radica en que aquí
ocurrió una de las batallas mejor documentadas entre españoles y nativos en
nuestro territorio, sino también en que este acontecimiento puede considerarse
como el primer levantamiento indígena en Cuscatlán. El lugar exacto donde
ocurrió esta batalla fue olvidado y se mantuvo desconocido para los
investigadores hasta que fue identificado en el año 1999 en un peñón sobre la
cordillera del Bálsamo, municipio de Tamanique. Tal y como lo afirma Lardé y
Larín (2000), conocer la ubicación exacta del antiguo pueblo y fortaleza de
Cinacantan es de vital interés en la reconstrucción histórica y los orígenes de
la nacionalidad salvadoreña.
CINACANTAN, MONTE REDONDO, 7, MUÑECÓN
https://cinacantalelsalvador.blogspot.com/?m=1
MIERCOLES 13 DE JULIO DE 2013. EN TEOTEPEQUE.
Tuve conocimiento del lugar en la web. Un PDF. Hice el blog
hace 3 años, esperando seguir la pista de la investigación. CINACANTAN era
interesante y desconocido por los salvadoreños académicos y populares. Llegaría
el tiempo para completar la investigación. El día llegó. Hoy.
Llegamos a Teotepeque a almorzar en un comedor enfrente de
la Alcaldía. Tomé fotos de la casa de FARABUNDO MARTÍ, de su busto. La casa en
abandono. Gobierna ARENA por 20 años. Preguntamos a un anciano del pueblo por
el lugar. Nadie daba razón. Ni en la alcaldía. No hay casa de la cultura.
En el comedor nos atendió Felipe de 18 años. Le consultamos
sobre el lugar. Dijo él conocía. Que había llevado al lugar a otro grupo de
jóvenes investigadores de un colegio de Santa Tecla. El trabaja de mesero en el
comedor del pueblo.
Pidió permiso a la jefa y nos fuimos. A unos 3 kilómetros
del pueblo, camino al mar, encontramos
una Talanquera. Entrada de los potreros.
Son dos elevaciones y la entrada está sobre la pavimentada. Subimos al 7, Dejamos el vehículo y comenzamos a subir.
Nos mostró un muñecón en uno de los peñones. En el otro en la formación rocosa
un número 7. Casi en la cima del peñón.
No logramos llegar a la cima del monte. Tomamos fotos que
hablan mucho de la belleza del lugar.
Este día a una elevación. Planeamos venir para subir al
muñecón.
Teotepeque. A 300 msnm
(Lugar o casa de
Dios, Cerro Sagrado, Cerro de los Dioses) es un municipio ubicado al suroeste
del departamento de La Libertad en El Salvador, está limitado al norte por el
municipio de Tepecoyo y Jayaque, al este por Jicalapa y Chiltiupan, al oeste
por el departamento de Sonsonate y el municipio de Santa Isabel Ishuatan y al
sur por el Océano Pacífico.
Posee 12.320 habitantes. Celebra sus fiestas patronales en
febrero, dedicadas al Santo Niño de Atoche.
En el pasado, este municipio era conocido por la famosa
romería que llegaba procedente de Sonsonate con carácter religioso,
posteriormente, se han suscitado otros hechos importantes como el nacimiento
del activista comunista Agustín Farabundo Martí.
Division Administrativa Teotepeque cuenta con 3 barrios en
la Zona urbana o Casco Urbano estos barrios son: Barrio San Miguel, Barrio
Santa Isabel y Barrio El Calvario. El Municipio se Divide además en 9 cantones:
El Matazano, Los izotes, San Isidro, San Marcos, San Benito, Valle El Ángel, El
Níspero, Mizata y Sihuapilapa.
Historia En 1550 tenía unas 100 personas de población.
Apunta el alcalde mayor de San Salvador don Manuel de Gálvez Corral, que en
1740 San Pedro Teotepeque tenía 137 indios tributarios o jefes de familia, es
decir alrededor de 685 habitantes. “Está situado dice- en tierra colorada, es
muy caliente y enfermo de gálico que a varios vecinos de este pueblo vi
innobles de este accidente”. Pertenecía en 1770 al curato de Ateos y monseñor
Pedro Cortés y Larraz dice que en él habitaban 280 personas distribuidas en 66
familias. Ingresó en 1786 en el partido de Opico. En 1807 según el corregidor
intendente don Antonio Gutiérrez y Ulloa, Teotepeque era “Pueblo de indios… muy
destruido y falto de policía por lo que han hecho inútiles todas las múltiples
providencias del Gobierno; carece de buen temperamento y de tierras
fructíferas, aunque los bálsamos, cacaos y maderas sólidas de estimación les
dan los únicos medios con que subsisten y con el tiempo vendrán a faltarles por
la falta de economía y orden con que proceden”.
Cultura Las fiestas patronales de Teotepeque se celebran
del 28 al 29 de junio en honor a San
Pedro Apostol. Turismo Algunos lugares recomendados a visitar en este municipio
son las playas Metayo, Mizata y Sihuapilapa. Otros datos de interés Teotepeque
tiene una extensión territorial de 109.67 kilómetros cuadrados, tiene una
población de más de 13 mil habitantes y se encuentra a 560 metros de altura
sobre el nivel del mar. Posee el título de Villa, concedido en 1874 y se
encuentra a una distancia de 50 kilómetros de San Salvador.
MASADA SALVADOREÑA: CINACASTAN
https://www.youtube.com/watch?v=RQj48_RASRQ&feature=youtu.be
¿Por qué comparar el peñón CINACASTÁN con Mazada? …
Los dos peñones fueron refugio de la resistencia de sus
pueblos ante la invasión de los imperios de gente blanca. Mazada Judiós
combatiendo a los romanos. En El Salvador en el peñón SAGRADO pueblos pipiles
contra Carlos V. El peón del imperio Diego Alvarado pariente de Toniatu.- No
mbre dado por los indígenas a Don Pedro . Hijo del sol: Tonatiu.
comprende los restos de varios palacios y fortificaciones
que se localizan en la cumbre amesetada de una montaña aislada en la región
oriental del desierto de Judea, próxima a la costa sudoccidental del mar
Muerto, y dentro de los límites del Consejo Regional de Tamar, en el Distrito
Meridional de Israel.
Masada es conocida por su destacada importancia en los
compases finales de la Primera Guerra Judeo-Romana (también conocida como la
Gran Revuelta Judía), cuando el asedio de la fortaleza por parte de las tropas
del Imperio romano condujo finalmente a sus defensores a realizar un suicidio
colectivo al advertir que la derrota era inminente. En la actualidad, Masada es
un importante destino arqueoturístico, a la vez que posee un gran carga
simbólica para el nacionalismo judío, como uno de los postreros episodios de
afirmación y resistencia nacional antes de la definitiva diáspora. La fortaleza
de Masada y su entorno fueron declarados Parque Nacional de Israel en 1966,
formando parte de la Reserva Natural del Desierto de Judea desde 1983, y del
Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 2001.
AGUSTÍN FARABUNDO MARTI
Nació en Teotepeque, departamento de La Libertad, el 5 de
mayo de 1893. Su padre, Pedro Martí, fue alcalde en Teotepeque, y su madre fue
Socorro Rodríguez de Martí. Fue el sexto de catorce hermanos; cinco de ellos
murieron en la infancia.1
Se graduó en el Colegio Salesiano Santa Cecilia de Santa
Tecla. Realizó estudios de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias
Sociales de la Universidad de El Salvador.1
Participación en organizaciones
En los primeros meses de 1920, Martí tomó parte en una
manifestación hecha en el parque Bolívar durante el gobierno de Jorge Meléndez;
esta manifestación fue organizada por José Luis Barrientos para hacer notar la
presencia de guatemaltecos en el país. Martí fue encarcelado junto a Barrientos
por pronunciarse en contra del gobierno guatemalteco del presidente Manuel
Estrada Cabrera y en apoyo a los exiliados guatemaltecos. Fue allí cuando Martí
fue exiliado y viajó a Guatemala, México, Cuba, Jamaica, Estados Unidos y
Nicaragua. Al estar Martí exiliado en Guatemala, en el año 1925, participó en
la fundación del Partido Comunista Centroamericano.1
Ese mismo año regresó a El Salvador como delegado del
Socorro Rojo Internacional y colaboró en la organización de la Federación
Regional de Trabajadores Salvadoreños. Fue detenido y expulsado del país en
varias ocasiones y, desde el exterior, continuó con su trabajo de organización
y propaganda, como delegado de la Internacional Comunista.1
En 1928 viajó a Estados Unidos, donde entró en la Liga
Antiimperialista de las Américas, agrupación que lo envió como representante a
Nicaragua. Durante una temporada desempeñó las funciones de secretario del
dirigente popular nicaragüense Augusto César Sandino, y el 4 de mayo de 1929
fue nombrado coronel efectivo del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de
Nicaragua.1
Militancia en el Partido Comunista de El Salvador
Fue dirigente del Partido Comunista Salvadoreño (PCS),
fundado en 1930, mientras El Salvador vivía los efectos de la crisis económica
internacional. Conocido ya por sus actividades comunistas, fue exiliado por el
presidente Pío Romero Bosque antes de las elecciones presidenciales de finales
de 1930. Terminadas las elecciones, en las que fue ganador el civil Arturo
Araujo, Martí fue liberado de la cárcel y regresó a El Salvador
clandestinamente.2
El 2 de diciembre de 1931, tras el derrocamiento del
presidente Araujo, el general Maximiliano Hernández Martínez ascendió al Poder
Ejecutivo. En enero de 1932, el PCS participó en las elecciones municipales y
legislativas, denunciando en los días siguientes la realización de actos
constitutivos de fraude electoral por el gobierno de Martínez.2
En esta coyuntura, el Comité Central del PCS decidió
preparar un levantamiento popular contra el gobierno martinista. Farabundo
Martí fue detenido el 19 de enero de 1932 en una casa del barrio San Miguelito
de San Salvador, junto a los estudiantes universitarios Alfonso Luna y Mario
Zapata. El levantamiento se inició el 22 de enero de 1932, y se extendió por la
zona occidental del país. Los campesinos lograron tomar algunos cuarteles pero
estaban mal armados y carecían de un plan estructurado. La insurrección fue
aplastada por el ejército del presidente Martínez, con una fuerte represión
que, en pocas semanas, provocó entre 15 000 y 30 000 muertos, aunque nunca se
supo la cifra exacta de la matanza.1
Artículo principal: Levantamiento campesino en El Salvador
de 1932
Lápida de Farabundo Martí en el Cementerio de Los Ilustres (en
San Salvador).
Martí y sus compañeros Luna y Zapata estuvieron encarcelados
en la Vieja Penitenciaria de San Salvador luego de haber sido encontrados por
elementos de la Policía Nacional y Osmín Aguirre y Salinas como Director del
levantamiento insurreccional. Fueron juzgados y condenados por un tribunal
militar; solamente Marti aceptó su responsabilidad de máximo líder del
levantamiento, como representante del Socorro Rojo Internacional. Asimismo,
defendió a los estudiantes Luna y Zapata, diciendo que ellos no habían estado
profundamente involucrados en los hechos. En efecto, antes de Martí, se le
permitió la palabra a Luna y a Zapata y ellos dijeron ante el tribunal no ser
directamente responsables de los hechos, sino que habían buscado a un mentor en
Farabundo Martí, al ser ellos buscados por publicar el boletín "Estrella
Roja".1
En la tarde del 31 de enero de 1932 los prisioneros fueron
llevados a una capilla para un servicio, y luego llegaron dos sacerdotes, el
Padre Prieto y el Padre Rutilio Montalvo. Martí entonces dijo que no tenía
pecados por los cuales confesarse. Una versión afirma que, en el momento de
confesarse, Martí le dijo a un sacerdote que "he perdido la fe en los
principios omnipotentes, los cuales de acuerdo a ustedes son todos justicia y
todos amor", y preguntó al sacerdote si era justo lo que había hecho el
ejército y los burgueses a los fallecidos de "nuestros rangos". Los
otros dos acusados sí se confesaron y, cuando a Luna le fue permitido decir
algo, admitió que no había comprendido los actos que serían necesarios para
hacer justicia por los pobres, ya que se le acusaba de los actos inhumanos
hechos por la revuelta comunista.
Los tres fueron fusilados el 1 de febrero de 1932. También
perecieron otros dirigentes del levantamiento, como Feliciano Ama (líder
indígena de Izalco) y Francisco Sánchez (que dirigió el levantamiento de
Juayúa)
Su figura fue retomada por la izquierda salvadoreña en las
décadas siguientes, como símbolo de resistencia frente a los sucesivos
gobiernos militares. En 1980 se bautizó en su honor la alianza de
organizaciones guerrilleras (actualmente transformada en partido político
vencedor de las elecciones presidenciales en 2009 y 2014) Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Una de las agrupaciones originarias
del FMLN, la más poderosa durante la guerra civil que vivieron los salvadoreños
entre 1980 y 1992, también llevaba su nombre: las Fuerzas Populares de
Liberación "Farabundo Martí".
En 1972, el historiador salvadoreño Jorge Arias Gómez publicó
la obra Farabundo Martí: Esbozo biográfico que contiene un estudio detallado de
la vida de este dirigente político. También en 1971 salió a luz por medio del
historiador Thomas Anderson Matanza, un libro lleno de testimonios de
personajes que vivieron durante esa época de 1932, con edición original en
inglés, pero también traducida al español por EDUCA, en Costa Rica.
https://cinacantalelsalvador.blogspot.com/?m=0
LA PRENSA GRÁFICA PUBLICA:
En un país sin recursos para desenterrar su historia siempre
hay espacio para hallazgos del pasado. Y en la poco explorada cordillera del
Bálsamo los arqueólogos han encontrado la ciudadela de Cinacantan, un
asentamiento pipil con más de 44 estructuras y vista al océano Pacífico. Poco
tiempo después de la fundación de San Salvador, una batalla campal ocurrió en
lo alto de esta montaña. La noticia llegó hasta los oídos de la corte del rey
Carlos V. Después todo quedó en el olvido.
l camino a Cinacantan comienza aquí, en los cimientos de la
primera villa de San Salvador. Sobre estos ladrillos de barro resquebrajados
por el tiempo, en pleno valle de La Bermuda. A 84.2 kilómetros de distancia de
la abrupta cordillera del Bálsamo. Los techos y las paredes de la antigua
ciudad ya sucumbieron ante la inclemencia de todo, pero el piso de barro sigue
aquí después de 485 años.
—Estas son las baldosas del antiguo cabildo —dice el
arqueólogo Roberto Gallardo con tono de guía turístico, mientras observa el
piso como si buscara una hormiga.
Gallardo –chaqueta cian, sombrero beige, mochila en la
espalda– está en medio del sitio arqueológico de Ciudad Vieja, en las afueras
del pueblo de Suchitoto, Cuscatlán. Estas son las ruinas del San Salvador
fundado el 1.º de abril de 1528, del que solo se ha excavado un 5 % de 60
manzanas (35 siguen siendo propiedad privada). Los vestigios de origen español
más antiguos en el territorio salvadoreño. A Gallardo lo acompañan José Luis
Hernández, el cuidandero del sitio, que tiene un corvo en la mano y una jauría
de seis perros aguacateros.
El sol es fulminante, pero anoche llovió y el pasto tiene un
leve rocío. El arqueólogo ha vuelto a la Ciudad Vieja como lo hizo hace una
semana, cuando acompañó al investigador estadounidense William Fowler, de la
Universidad de Vanderbilt en Tennessee, tratando de encontrar los cimientos de
la primera iglesia católica del país.
—Al ritmo que vamos tardaríamos 100 años en excavar toda la
ciudad —asegura el arqueólogo.
Gallardo camina ágil en los cimientos de la ciudad que
conoce de memoria. Su tesis de maestría en la universidad de Colorado, Estados
Unidos, fue sobre este mismo asentamiento, al que considera la cuna de la
identidad salvadoreña. Entre las gruesas paredes de la ciudad comenzó la mezcla
racial entre tlaxcaltecas, andaluces, extremeños, mexicas y africanos; comenzó
la religión cristiana; comenzó un nuevo orden social. Y, ahora, Gallardo
explora un rasgo que marcó a los habitantes de San Salvador: su miedo atroz a
lo que estaba afuera de la ciudad.
De pie –en lo que hace 485 años fue una herrería donde
forjaban espadas– el arqueólogo dice que este poblado fue ubicado aquí por
estar rodeado de barrancos y porque era una tierra de nadie entre los
conflictivos pueblos pipiles, lencas y chortís. Al sur del asentamiento están
las bases de una muralla de 300 metros, y las puertas interiores de las casonas
están en zigzag, como fortificaciones medievales en pequeña escala.
La villa de San Salvador nació en medio de un ambiente de
guerra. Y en la búsqueda de los arqueólogos por ilustrar los conflictivos días
de los habitantes de la Ciudad Vieja, ellos ha transitado por el camino que
lleva hasta las afueras del municipio de Tamanique. Un terreno irreductible en
las alturas de un gran peñón que parece levitar en la cordillera del Bálsamo.
Los indígenas la llamaban Cinacantan, la ciudad de los murciélagos.
***
La noticia de una muerte se propaga más rápido que cualquier
otra noticia. Pasa ahora y pasó en el tiempo de la conquista. A los pocos meses
de haberse fundado San Salvador, un español y varios indígenas aliados de los
ibéricos murieron en una escaramuza con los pipiles. Esa era una afrenta que
los recién llegados no podían tolerar. Así que desde la Ciudad Vieja, Diego de
Alvarado –apodado “el Bueno”, primo de Pedro de Alvarado, y que después
participó en la conquista del Perú– organizó su tropa para sofocar la rebelión
en la cordillera del Bálsamo.
La cadena montañosa de “rostro fragoso” –como la llamó el
marinero Andrés Niño– estaba dominada por los pueblos pipiles. Ellos se habían
adaptado a vivir en lo alto de las montañas, en una postura defensiva ante
cualquier invasión. Por los meses de la fundación de San Salvador, varios
pueblos se habían “empeñolado” contra los ibéricos en Cinacantan, un cerro
pétreo que más de 400 años después se ve como si fuera un rascacielos desde la
carretera que conduce al pueblo de Tamanique, La Libertad.
Encontrar el viejo Cinacantan fue una tarea que la
arqueología salvadoreña dejó postergada por décadas. Se contaban con algunas
referencias sobre el lugar del levantamiento indígena, pero en la Dirección de
Arqueología de la Secretaría de Cultura solo hay siete arqueólogos para 750
sitios identificados. Ahora, Roberto Gallardo ha sido el encomendado para
desentrañar el pasado de Cinacantan. El arqueólogo ya registró el sitio y la
mañana de este martes 4 de junio de 2013 avanza a bordo de un pick up por un
maltrecho sendero que lleva a la cima del cerro.
Cada vez la vegetación es más espesa y húmeda. La calle
muere en el lomo de la montaña. Gallardo baja del vehículo y comienza a
recorrer Cinacantan. A cada paso, el arqueólogo se topa con montículos de
tierra y rocas que parecen ser el espinazo de un dinosaurio en la cordillera.
Gallardo ha contabilizado 44 estructuras en tres kilómetros. Algunas miden más
de cuatro metros y están cubiertas de árboles y pasto. Así lucían las pirámides
del Tazumal antes de ser desenterradas. A los lados de los montículos se ve el
filo de los acantilados y a lo lejos el azul del Pacífico. Se escucha cómo
rompen las olas.
Pero contrario a los miles de guerreros enfurecidos que
encontraron los conquistadores, el arqueólogo recorre un Cinacantan abandonado.
Esta mañana no hay más que un puñado de hombres que queman la tierra para
sembrar la milpa o el frijolar. También hay una pareja que intenta bajar los
marañones de un árbol a pedradas. Todos vienen de caseríos como Tarpeya o San
José, que bordean la montaña.
—El sitio está bien preservado porque aquí no se ha
urbanizado y está inaccesible para la mayoría de la población —dice Gallardo,
mientras camina a la vista de los agricultores.
Para los lugareños, Cinacantan no se llama Cinacantan, sino
que Pueblo Viejo, y aseguran no saber de ningún levantamiento indígena. Aunque
todos los días ellos usen una escalera para subir por un lado de la montaña, la
misma táctica que los conquistadores emplearon para derrotar a los nativos.
Gracias a la investigación que el historiador salvadoreño Rodolfo Barón Castro
hizo en el Archivo General de Indias en Sevilla, España, se conoce el
testimonio de Bartolomé Bermúdez, un español que participó en la batalla de
Cinacantan.
Bermúdez cuenta con detalle que cuando llegaron al peñón
fueron derrotados dos veces por los indígenas. Y que los pipiles destruyeron
buena parte de su artillería a punta de flechas y rocas. Pero que a él –al ver
la complicada situación que vivía su compañía de conquista– se le ocurrió usar
una escalera de madera para subir a lo alto de la peña y vencerlos. Bermúdez lo
relató así: “Y sin aver Remedio de podelles ganar el peñol, e si saben que yo,
viendo el peligro en que estábamos e el grand deservicio de Dios e de su Real
Magestad que se seguya si no ganase el dicho peñol, e si saben que hize un
escala o argumento de madera y lo puse al pie del peñol”.
Por su valor, el rey Carlos V de España le dio un escudo de
armas a Bartolomé Bermúdez en 1532. En la insignia aparece un guerrero ondeando
una bandera de conquista con la mano derecha, hay dos escaleras de madera y la
imagen del peñón de Cinacantan.
***
El suelo de Cinacantan está lleno de puntas de flecha hechas
de obsidiana. Roberto Gallardo camina con la vista pegada al suelo, por uno de
los senderos que conducen hasta lo más alto del peñón. Al alcanzar esa altura,
los españoles hicieron una matanza de indígenas y recuperaron el control de los
territorios dentro de los límites de la villa de San Salvador. Y, según la
teoría de Gallardo, los conquistadores reubicaron a los pueblos indígenas que
vivían en la cordillera en el pueblo de Tamanique, cuyo significado es “el
cerro capturado”.
Por la importancia de Cinacantan en el origen de Tamanique,
el arqueólogo de la Secretaria de Cultura ha conversado con el alcalde del
municipio, Enrique Polanco, sobre la preservación del sitio precolombino. Pero
según el edil, lo complicado del sitio arqueológico en la cordillera es que
está parcelado y pertenece a distintos dueños. “Es una lástima que el Estado no
invierta en la compra de esas propiedades”, lamentó Polanco, desde su oficina.
Contrario a la Ciudad Vieja que ya fue declarada Monumento
Histórico Nacional por la Asamblea Legislativa, Cinacantan todavía no está
delimitado y está a merced de saqueos. El 30 de abril de 2013 los arqueólogos
ya encontraron dos agujeros al lado de un montículo del sector 4. Pero Gallardo
asegura que Cinacantan se delimitará el próximo mes.
Si los límites del sitio arqueológico de la cordillera del
Bálsamo no son marginados, publicados en el Diario Oficial y mandados al Centro
Nacional de Registros (CNR), puede correr la misma suerte del sitio Cihuatán,
en Aguilares, donde el mismo Viceministerio de Vivienda destruyó el patrimonio
cultural al construir 34 viviendas temporales. O el caso de El Cambio, San Juan
Opico, donde el propietario de los terrenos lotificó sin importar los vestigios
precolombinos.
Roberto Gallardo comienza su
descenso del cerro redondo de Tamanique. Mientras camina por una pendiente dice
que lo ideal es que esto se convierta en un gran parque arqueológico, y que no
sea demolido por construir una lotificación cualquiera. Él ya comenzó a darle
charlas a las comunidades cercanas para que cuiden el patrimonio. Les dice que
ese peñón que parece un centinela de la costa fue el escenario de una batalla
crucial de Cuscatlán.
La derrota cuscatleca en Cinacantan es uno de los
marcadores en la dominación española.
https://cinacantalelsalvador.blogspot.com/
Cinacantan.
SITIO ARQUEOLÓGICO
A 10 kilómetros del puerto de La
Libertad, El Salvador
La derrota cuscatleca en Cinacantan es uno de los
marcadores en la dominación española en el territorio que ahora es El Salvador.
. “Algunos de los indios se despeñaron huyendo de
miedo y otros mataron los españoles a espada”. 1525
Primer levantamiento indígena en Cuscatlán. Sin duda
alguna, la conquista del peñol de Zinacantán por los españoles marcó el
paroxismo de la resistencia de los denodados guerreros cuzcatlecos (Lardé y
Larín, 2000).
Cinacantan
es uno de los sitios arqueológicos históricos más
importantes y representativos en El Salvador. Su relevancia no solamente radica
en que aquí ocurrió una de las batallas mejor documentadas entre españoles y
nativos en nuestro territorio, sino también en que este acontecimiento puede
considerarse como el primer levantamiento indígena en Cuscatlán. El lugar
exacto donde ocurrió esta batalla fue olvidado y se mantuvo desconocido para
los investigadores hasta que fue identificado en el año 1999 en un peñón sobre la
cordillera del Bálsamo, municipio de Tamanique.
Tal y como lo afirma Lardé y Larín (2000), conocer la
ubicación exacta del antiguo pueblo y fortaleza de Cinacantan es de vital
interés en la reconstrucción histórica y los orígenes de la nacionalidad salvadoreña.
A 5 KILÓMETROS DE EL MAR: EL TUNCO, EL ZONTE . CERRO
REDONDO
El sitio consiste en una formación rocosa
arqueológicamente registrada como el peñón
de Cinacantan y cartográficamente conocida como cerro
Redondo, siendo este el lugar
donde se agruparon varios pueblos pipiles que se
defendieron contra el Ejército español
comandado por Diego de Alvarado, primo del Adelantado
Pedro de Alvarado. Los rasgos
arqueológicos se extienden por tres kilómetros hacia
el noroeste donde se encuentran
grupos arquitectónicos ubicados en las planicies sobre
las mesetas. Hasta la fecha se
han identificado seis sectores con un total de 44
estructuras, aunque se evidencian
muchas fundaciones que probablemente fueron parte de
edificios domésticos y que no
se incluyeron en el mapa que aparece en este estudio,
por lo que en esta área podría
haber más de cien estructuras arqueológicas. Hasta la
fecha de elaborar este documento,
Cinacantan es el sitio más extenso que se ha
registrado en la cordillera del Bálsamo.
Este lugar no solamente es importante por su historia
y relevancia arqueológica, sino
también por el potencial turístico que presenta. La
imponente ubicación en las mesetas
sobre la cordillera hace de Cinacantan un sitio
especial desde donde se aprecia el entorno
montañoso y hacia el sur el océano Pacífico. La
constante y creciente afluencia turística
en la zona, especialmente a las playas cercanas como
La Libertad, El Tunco y El Zonte,
hacen que este sitio arqueológico deba convertirse en
un futuro parque arqueológico
singular, entre otros lugares del país, y de esta
forma atraer a visitantes y expandir la
actividad económica desde la costa hacia las montañas
en el interior.
A pesar de la poca investigación realizada en este
sitio, su importancia es sobresaliente
y se convierte en un lugar único en nuestro país, ya
que simboliza la resistencia indígena
y la implacabilidad española para imponer el nuevo
orden occidental. La derrota
cuscatleca en Cinacantan es uno de los marcadores en
la dominación española en el
territorio que ahora es El Salvador.
Ubicación
El sitio arqueológico Cinacantan se ubica en la
cordillera del Bálsamo, a unos 5 km al
sur de Tamanique, departamento de La Libertad, a una
altura promedio de 460 msnm.
(figuras 1 y 2). Las coordenadas del cerro Redondo, o
peñón de Cinacantan, al extremo
sur del sitio son: 13º32’29.83”N, 89º23’30.55”O. Los
restos arquitectónicos se extienden
sobre las mesetas entre los lugares actualmente
conocidos como cerro Redondo, Pueblo
Viejo y Tarpeya. Para llegar al sitio se toma la
carretera del litoral hacia el oeste del
puerto de La Libertad, y en el kilómetro 43 se toma la
calle pavimentada hacia el norte
que se dirige al pueblo de Tamanique. Después de unos
6 km, se puede ver el cerro
Redondo al oeste de la calle pavimentada. El acceso es
posible caminando desde la calle
pavimentada o por vehículo, tomando el desvío hacia el
oeste cerca del caserío Tarpeya.
Las estructuras prehispánicas se encuentran en grupos
separados, extendiéndose en un
área de 3 km hacia el noroeste del cerro Redondo hasta
el norte del cantón y caserío
Tarpeya. Estos grupos arquitectónicos han sido
denominados como sectores, ya que se
considera que todos forman parte del mismo sitio.
El levantamiento indígena.
Uno de los acontecimientos más importantes en la
historia salvadoreña ocurrió en
Cinacantan. Poco tiempo después de que los
conquistadores españoles habían fundado
la villa de San Salvador, en 1528, un grupo de pueblos
indígenas se sublevó contra la
invasión conquistadora y ocupó el peñol de Cinacantan
(cerro Redondo) como foco de
resistencia. En ese momento, San Salvador estaba
ubicado al sur de Suchitoto en el valle
de La Bermuda; y los restos son conocidos actualmente
como el sitio arqueológico de
Ciudad Vieja. La agrupación defensiva de pueblos
indígenas hostiles en partes altas,
como formaciones rocosas o el empeñolamiento, como lo
llamaban los españoles, era
una táctica defensiva común; y los documentos
mencionan varios casos durante la
Conquista.
Diego de Alvarado
La sublevación
indígena en Cinacantan tenía que ser sofocada, por lo que un
contingente español fue enviado desde San Salvador
hasta la cordillera del Bálsamo. El
ejército punitivo era comandado por Diego de Alvarado
y estaba formado por españoles
e indios aliados. Esta batalla puede ser considerada
el primer levantamiento indígena en
la historia de Cuscatlán, puesto que sucedió cuando
los españoles ya habían fundado un
asentamiento formal y se consideraba que el
establecimiento de una ciudad era el inicio
en la imposición de una estructura social colonialista
eurocéntrica. Al ser sofocado
el levantamiento, se marca el final de la resistencia
indígena en Cuscatlán e inicia el
proceso de conquista paulatino, pero progresivo, que
llegó a consolidarse pocos años
después.
Este evento ha sido resumido en la obra El Salvador:
descubrimiento, conquista y
colonización de Jorge Lardé y Larín (2000), quien
dedica tres breves capítulos a
Cinacantan. Sin duda, la documentación más completa la
proporciona Rodolfo Barón
Castro en su obra Reseña Histórica de la Villa de San
Salvador (1996), quien incluye un
capítulo titulado El peñol de Cinacantlán. Amaroli
(1991) también presenta información
sobre este sitio y acontecimientos históricos basados
en la Relación Marroquín.
Posteriormente, la “Historia de El Salvador”, Tomo I,
incluye una breve sección sobre
este sitio y la rebelión indígena (Ministerio de
Educación, 1994).
La batalla de Cinacantan es la culminación de una
serie de eventos que ocurren poco
tiempo después de que se establece la villa de San
Salvador en 1528. Los relatos más
sobresalientes acerca del encuentro bélico fueron
proporcionados por algunos testigos
presenciales; pero Bartolomé Bermúdez y Miguel Díaz
Peñacorba, quienes combatieron
bajo el mando de Diego de Alvarado, fueron los actores
principales y nos han presentado
un resumen más extenso e interesante relacionado con
el combate.
El origen del conflicto puede resumirse en las
preguntas incluidas en las probanzas
realizadas a participantes de la batalla, en este
caso, a Bartolomé Bermúdez, quien
responde:
Francisco de León, uno de los vecinos de San Salvador
en esa época, nos proporciona
otra narración:
Gallardo Mejía, Francisco Roberto. El sitio
arqueológico Cinacanta. Primer levantamiento indígena en Cuscatlán. Págs.
61-85.
Yten si saben & que salidos de la provincia de
Guatemala, como dicho es, toda la
más parte de la tierra de guerra e si saben hacerles
guerra e dársela como los de
Guatemala así a los indios de la costa del sur como a
los de la tierra adentro, e
si saben que toda la mas parte de esta dicha tierra
vino a dar la obediencia a su
Real majestad, e si saben que después de haber dado la
obediencia a su majestad
se rebelaron e nos mataron un español e muchos indios
amigos e nos vinieron a
matar estando poblados en esta dicha villa e si saben
que salimos a ellos e les
dimos la batalla e volvieron huyendo e se metieron en
un peñol muy fuerte; diga lo
que sabe.” (Barón Castro, 1996:104).
Todo indica que, una vez se estableció la villa de San
Salvador en el valle de La
Bermuda, una de las expediciones que fueron enviadas
para pacificar el territorio
cuscatleco, y probablemente para subyugar pueblos de
encomienda, fue atacada por
los nativos, causando la muerte de un español y de
indios aliados que lo acompañaban.
El resultado fue una insurrección aborigen y la
consecuente necesidad de sofocarla por
parte de los españoles.
Cuando el ejército español, comandado por Diego de
Alvarado, llegó a Cinacantan desde San Salvador, se encontró con varios pueblos
(tres o cuatro) indígenas aguerridos y agrupados sobre una formación rocosa
(cerro Redondo) prácticamente inaccesible.
Afrontar el peñol debió ser un verdadero reto para los
españoles, ya que está rodeado de acantilados; y el lugar que presenta el acceso
más fácil a la cúspide es en lado norte, donde inician los grupos de
estructuras prehispánicas y donde debió estar mejor defendido. Bartolomé
Bermúdez describe su participación en el ataque: XI.- Yten si saben &, que
el dicho Diego de Alvarado, e la más parte de los españoles que
estábamos con él, fuimos haciendo guerra a poner cerco
al dicho peñol de cinacantlán,
e si saben que el día que allegamos al dicho peñol,
acometimos dos veces, e la primera
nos derrocaron a pedradas e a bote de picas del peñol
abajo, e si saben ser yo, el dicho
Bartolomé Bermúdez, uno de los que vinieron rodando:
digan lo que saben.
XII.- Yten si saben que los acometimos otra vez por
otra parte doce o trece españoles,
con el dicho capitán, e si saben que con galgas e
piedras de mano e flechas, nos hicieron
recaer, las armas rotas, por muchas partes, e heridos
todos los más de los que allí
estábamos, e si saben ser yo, el dicho Bartolomé
Bermúdez, uno de los delanteros: a
todo lo suso dicho digan lo que saben.
XIII.- Yten si saben &, que estando como dicho es,
el capitán e la más parte de nosotros
heridos, e sin haber remedio de poderles ganar el
peñol, e si saben que yo, el dicho
Bartolomé Bermúdez, viendo el peligro en que estábamos
e el gran deservicio de dios
e de su Real Majestad que se seguía si no se ganase el
dicho peñol, e si saben que hice
una escala o argumento de madera y lo puse al pie del
peñol, e si saben que como los
enemigos vieron el ingenio de madera, dejaron de tirar
flechas e piedras e de dar grita;
digan lo que saben. (Ibid:108).
En este relato Bermúdez menciona que el día de la
llegada al peñol los españoles
acometieron dos veces, pero fueron repelidos en ambos
intentos. En el primer ataque
fueron vencidos “a pedradas e bote de picas”, y que en
el segundo intento fueron entre
A la décima pregunta dijo que, lo que sabe es, desta
pregunta, que cuando vinieron
a poblar esta villa, los más pueblos vinieron de paz,
e estando de paz el Capitán
Diego de Alvarado envió un español a un pueblo e se lo
mataron, con ciertos
indios amigos, e toda la más parte de la tierra vino
sobre el capitán e la gente
de españoles a los matar, e salieron a ellos e mataron
gente dellos, e les huyeron,
e que esto sabe desta pregunta; e a lo del peñol, que
desde a un mes poco más o
menos fueron al peñol e fallaron ciertos pueblos
metidos en él. (Ibid:104).
doce y trece españoles, acompañados por el capitán
Alvarado, los que atacaron (sin
duda estaban acompañados por varios indios aliados,
que no se mencionan en los
documentos), pero nuevamente fueron vencidos a
flechazos, pedradas y con “galgas”.
Ante esta crítica situación, Bermúdez construyó un
“argumento de madera”, y que
al verlo los indios dejaron de tirar flechas. En ese
momento salió uno de los señores
indígenas que estaban en el peñol y les dijo a los
españoles que regresaran a la villa, que
ellos se pondrían al servicio de su majestad:
Es claro que, según el relato de Bermúdez, su aparato
guerrero impresiona a los
indígenas, a tal grado que dejan de lanzar proyectiles
a los españoles. Al cesar el ataque
temporalmente sale uno de los señores nativos para
negociar, entablando conversación
con Miguel Díaz Peñacorba, quien habría sido versado
en la lengua náhuatl. Esto
demuestra que por lo menos uno de los tres o cuatro
pueblos que estaban empeñolados
era pipil, por lo que esta era la etnia predominante
en Cinacantan y probablemente en
los asentamientos circundantes. El líder indígena les
dice que regresen a la villa de San
Salvador, ya que ellos se rendirán y se pondrán bajo
el servicio de su majestad. Los
españoles saben perfectamente que esto es un truco y
deciden finalizar el combate con
la ayuda del castillete móvil, llegando a la cima y
haciendo gran matanza.
Esta armazón ofensiva protege a los conquistadores de
las flechas, lanzas, “picas” y
pedradas, logrando así llegar a la cima del peñol
donde acometen contra los pipiles con
armas de fuego, ballestas y espadas, matando gran
cantidad de enemigos. “Algunos de
los indios se despeñaron huyendo de miedo e otros
mataron los españoles a espada”
(Ibid:109). Es difícil determinar la forma y
estructura de este aparato, pero el testigo
Juan Duarte lo describe como “una burra”, para que los
ballesteros llegasen hasta
la cima. Francisco de León menciona que “…hizo un
burro e manta para defensa e
arrimarse a ella, por lo que las flechas del peñol no
hiciesen daño, e que los indios
desde a poco vinieron en paz, e que era opinión entre
los españoles que de miedo de
la defensa del burro, habían venido en paz”. Barón
Castro lo describe muy bien como
“una especie de castillete móvil”. No es difícil
imaginarse una armazón de madera
cubierta con una manta de algodón que permitiera ser
sostenida y manipulada por los
conquistadores, quienes se protegían llevando listas
sus ballestas, arcabuces y espadas.
De esta forma repeliendo las pedradas, flechazos y
lanzas arrojadas desde la cima
mientras los atacantes se protegían debajo de la
armazón al mismo tiempo que avanzaban.
Bermúdez también menciona una “escala”, lo que sugiere
la construcción escaleras,
que habrían facilitado el acceso a las partes más
altas del peñol, siendo protegidos por
el rudimentario pero eficiente aparato móvil. La
construcción de escaleras, aparte del
aparato móvil, se fundamenta en el escudo de armas
concedido por Carlos V en 1537 a
Gallardo Mejía, Francisco Roberto. El sitio
arqueológico Cinacanta. Primer levantamiento indígena en Cuscatlán. Pág. 61-85.
…luego a poco de rato salió un señor de los que dentro
en el dicho peñol estaban,
e dijo al capitán que nos volviésemos a la villa, que
ellos querían servir, e si
saben que les mandó el capitán que descendiesen del
dicho peñol e que dicen la
obediencia a su majestad y ellos no quisieron dejarla
fuerza sino ordenar traición,
como dicho es, e si saben que subimos el capitán e
diez españoles e los derribamos
del dicho peñol, e matamos muchos cantidades de ellos,
e si saben ser yo, el dicho
Bartolomé Bermúdez uno de los delanteros que con el
capitán subió… (Ibid:108).
Bartolomé Bermúdez, donde aparecen dos escaleras a la
par de un peñol dorado (figura
12) (Barón Castro, 1996).
El 10 de julio de 1538, Miguel Díaz Peñacorba, el otro
actor principal en la batalla
expone su versión del ataque:
VII. – Si saben, vieron, oyeron decir, que andando
conquistando en los términos de esta
Villa de San Salvador, llegamos a un muy fuerte peñol
de dicen Cinacantlán donde de los dos primeros acometimientos, que en términos
de dos horas hicimos, fuimos heridos y despeñados la mayor parte de los
españoles y que habiéndonos retirado a posar, porque ya no estábamos para la
tomar a acometer, así por estar heridos y maltratados como por ser muy fuerte,
yo, aventurando mi persona, me allegué solo al pie de la peña, y allí tuve
plática con un Señor de los contrarios y me tomé adonde el Capitán Diego de
Alvarado me quedaba esperando, y aquel Señor, y después otros salieron, ydimos
orden como para concierto: entramos seis españoles desarmados en el peñol, y aunque
conocimos a la traición de los enemigos, que estaban para nos matar, subimos llevando
nuestras armas, secretas, siendo yo de los españoles el primero que subió, y
luego subieron otros, porque por la entrada habíamos de subir uno a uno y no podíamos
más, y tuvimos el peñol, hasta que del Real fuimos socorridos y fue ganado; muy
gran número de enemigos muertos sin muerte de ningún español, y la tierra toda se
dio al servicio de su Majestad, lo que no hiciera sin esta orden, y llegado al
peñol, yo no hubiera, porque era imposible los que en la tierra estábamos,
ganarlo por fuerza…
Entre los datos interesantes mencionados por Miguel
Díaz Peñacorba, vale la pena resaltar la forma en que describe el ataque final
al peñol. En este relato Peñacorba dice que habló con uno de los señores
indígenas y que posteriormente regresó donde se encontraba esperando Diego de
Alvarado. Según la versión de Bermúdez, parece que el castillete móvil
impresionó a los indígenas y motivó al encuentro entre uno REVISTA DE
MUSEOLOGÍA KÓOT, 2014, AÑO 4, Nº 5, ISSN 000-0000, ISSNE 0000-0000
De los “señores principales” y Peñacorba. Al dar la
orden de ataque, un número muy reducido de españoles penetró a la cúspide del
peñol llevando “armas secretas”. Según este relato, el lugar por donde ingresó
Peñacorba y sus soldados es un trecho por donde había que subir uno a uno, ya
que era muy angosto. El único lugar identificado que tiene estas
características es el extremo noroeste del cerro Redondo. En este lugar hay una
extensión rocosa en forma de alfarda angosta que facilita el acceso a la
cúspide del peñol (figura 13). Este es el único lugar por donde Peñacorba y sus
soldados pudieron ingresar al área defensiva e hicieron matanza entre los
indios. Una vez tomado el peñol, Cinacantan fue subyugado como pueblo
encomendero para que rindiera tributo; y es muy probable que este asentamiento
y los pueblos que se conglomeraron para la defensa de este lugar se
convirtieran en el origen del poblado de Tamanique, que apareció muchos años
después, debido al reordenamiento de los poblados indígenas por parte de los
españoles, esto en base a su topónimo. En 1541 el rey Carlos V concedió a Miguel
Díaz de Peñacorba un escudo de armas por su valiente participación en la toma del
peñón
Desafortunadamente, todas las fuentes de información
vienen de los españoles,
por lo que probablemente nunca tendremos la versión
indígena de este suceso. Los
actores principales de la batalla fueron sin duda
Bartolomé Bermúdez y Miguel Díaz
Peñacorba, ambos bajo el mando de Diego de Alvarado; y
es gracias a ellos y otros
testigos presenciales que ahora tenemos conocimiento
de esta importante batalla.
La toma del peñol de Cinacantan fue uno de los
acontecimientos más importantes en la
historia de la conquista del territorio y merece un
puesto privilegiado entre los eventos
que han formado la identidad salvadoreña. Tal y como
lo describe Lardé y Larín: Sin
duda alguna, el triunfo de las armas hispanas en el
peñol de Zinacantan marcó la
consolidación de la colonia en la villa de San
Salvador y dejó libres a sus denodados
pobladores para emprender, en nombre de Dios y de sus
Majestades Católicas, la
conquista de los pueblos chontales…”.
La información documental y la arqueología forman una
buena idea de cómo se desarrolló
este acontecimiento. Cinacantan es sin duda una de las
batallas más emblemáticas y más
conocidas durante la conquista de Cuscatlán. Todavía
existe mucha documentación que
no ha sido consultada y que complementará el
rompecabezas que se ha logrado armar
hasta ahora.
La Relación Marroquín
Una vez fue tomado el peñol por los españoles, los
indígenas
Origen del nombre de Zinacantán. MÉXICO
Según un antropólogo: Robert Lauhgling, el nombre de
esta región también se conocía conel nombre de
Ik'al Ojov
(Señor Negro), pero el nombre cambió por el de
Sots'leb
(Lugar demurciélagos) por que se encontraba ahí una
cueva de murciélagos que fueron deificados por naturales del lugar, decidiendo
darle este nombre. Sin embargo, no se sabe a ciencia ciertacuánto de histórico
tenga este relato que bien podría tratarse de una leyenda.Sea como sea, el
nombre del pueblo en la propia lengua es "Sots'leb" que significa
"Lugar de Murciélagos" (Sots': murciélago y leb: locativo). El nombre
"Zinacantán" es de origennáhuatl y tiene el mismo significado. En
realidad, la forma correcta en náhuatl clásico es"Tzinacantln" sólo
que en esta región del país (sureste mexicano) los toponímicos nahuassuelen
elidir la "l" de la desinencia "-tlan" ("lugar donde
abunda...", "lugar de...", etc.) cfr.Comitán por
"Comitlán", Amatán por "Amatlán", Chalchihuitán, por
"Chalchihuitlán",Huixtán por "Huixtlán", etc.Aunque los
nativos siguen llamando "Sots'leb" al pueblo y municipio, el nombre
oficial esZinacantán, pues los primeros conquistadores españoles venían
acompañados de aztecas ytlaxcaltecas que iban traduciendo al nahuátl para
españoles los nombres que originalmenteestaban en otras lenguas